Había una vez, en un rincón olvidado del mundo, una aldea rodeada por verdes colinas y ríos cristalinos. En esa aldea vivía un joven llamado Lian, conocido por su curiosidad insaciable y su deseo de entender los secretos más profundos de la vida. Siempre había escuchado hablar de la facilidad, el gozo y la gloria, pero pensaba que eran conceptos lejanos, algo reservado para los elegidos, aquellos que sabían cómo hacer magia con el esfuerzo y la perseverancia.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Lian se encontró con un anciano sabio que parecía ser tan parte del paisaje como los árboles que lo rodeaban. El hombre lo miró con ojos llenos de sabiduría y, sin decir una palabra, extendió una mano hacia él. En ella, brillaba una pequeña piedra que emitía una luz cálida y acogedora.
“¿Qué es esto?” preguntó Lian, sintiendo una mezcla de fascinación y curiosidad.
“Es el secreto de la facilidad, el gozo y la gloria”, respondió el anciano con una sonrisa serena. “Pero para entenderlo, primero debes aprender a soltarte, a dejar de luchar contra la corriente.”
Lian frunció el ceño, confundido. “¿Soltarme? Pero siempre me han dicho que para lograr algo valioso, debo esforzarme, trabajar sin descanso.”
El anciano lo miró con ternura y comenzó a caminar hacia el río cercano. “Ven, te mostraré algo.”
Juntos llegaron hasta el agua, y el anciano lanzó la piedra al río. En cuanto tocó el agua, comenzó a brillar aún más intensamente, y el río, en lugar de arrastrarla, la abrazó suavemente, llevándola sin prisa pero con una gracia absoluta.
“¿Ves?” dijo el anciano, “el río no lucha por mover esta piedra. Fluye con ella, la lleva hacia adelante sin esfuerzo. La piedra, por su parte, tampoco lucha. Sólo se deja llevar. Esta es la esencia de la facilidad.”
Lian observó, maravillado. Algo en él se despertó. Había pasado su vida buscando la lucha constante, como si el esfuerzo fuera la única forma de conseguir lo que deseaba. Ahora, se daba cuenta de que existía una forma mucho más sencilla y natural de alcanzar lo que uno quiere.
“¿Y el gozo? ¿Y la gloria?” preguntó, con el corazón lleno de nuevas preguntas.
El anciano sonrió aún más ampliamente. “El gozo llega cuando dejas de cargar con la pesada carga de la resistencia. El gozo es el fluir en armonía con lo que es, sin forzar nada. Es el disfrute de la vida en su forma más pura.”
Lian sintió una ligereza en su pecho, como si un peso invisible se hubiera desvanecido.
“Y la gloria,” continuó el anciano, “es el reconocimiento de tu propio ser en ese fluir. Es saber que todo lo que haces, por sencillo que parezca, está alineado con la verdadera naturaleza de las cosas. La gloria no es un premio, es una forma de vivir.”
Por primera vez en su vida, Lian entendió lo que el anciano quería decir. No era necesario luchar contra las dificultades, ni forzar el futuro. La verdadera grandeza no venía del esfuerzo arduo, sino de la aceptación, de saberse parte del todo y permitir que las cosas fluyeran en su tiempo perfecto.
Al día siguiente, Lian regresó a su hogar con una sensación de calma que nunca había conocido. Empezó a vivir de manera diferente. En lugar de resistirse al recibir, lo abrazaba, confiando en que todo se alinearía cuando era el momento adecuado. Sus días dejaron de ser una lucha constante y se convirtieron en una danza tranquila, llena de momentos de gozo.
La facilidad no significaba hacer las cosas sin cuidado, sino hacerlas con sabiduría y aceptación. El gozo no era la recompensa, sino el estado natural de ser. Y la gloria no era un logro lejano, sino una forma de vivir en armonía con uno mismo y con el mundo.
Con el tiempo, la aldea entera comenzó a ver el cambio en Lian. Su vida se llenó de belleza y de éxitos, pero de una manera tan ligera y natural que parecía casi como si todo fuera fácil, como si todo estuviera destinado a ser.
Porque la verdadera facilidad, el verdadero gozo y la verdadera gloria no son algo que se alcanzan con esfuerzo desmedido. Son una forma de vivir que surge cuando nos ser quienes realmente somos, en armonía con la vida misma. Y así, Lian aprendió que el secreto no está en lo que se hace, sino en ser: con confianza, con paz, y con la profunda sabiduría de que todo llega si se está dispuesto a recibir.
"todo en la vida llega a mí con facilidad gozo y Gloria" mantra de access consciousness
